En noviembre de 2019, el régimen iraní ejecutó un apagón total del internet que aisló por completo a más de 80 millones de personas. Este acto se llevó a cabo mientras miles de personas se encontraban protestando en las calles; lo hizo para silenciar.
El apagón se extendió por seis días, dejando a Irán desconectado del mundo, durante este periodo de tiempo según Amnistía Internacional se estima que al menos unas 300 vidas se perdieron, sin un juicio o testigos.
Debemos entender que este tipo de silencios no son algo inocente, es algo táctico, que lastimosamente muchos Gobiernos autoritarios utilizan para desinformar a la población y ocultar la realidad. Algunos otros casos son Gaza, Myanmar o Etiopia.
Cuando permitimos que el silencio sea algo normal, la opresión se disfraza de desconexión. Y cuando dejamos de ver, dejamos de actuar.
Arquitectura del silencio
En la actualidad al hablar de silenciar no solo hacemos referencia a disparar contra los periodistas o cerrar imprentas, aunque todavía se hace, hoy la represión viaja por cables de fibra óptica y servidores remotos. Lamentablemente algunos regímenes han entendido que, en una era digital como en la que vivimos, si dominas la infraestructura, dominas el relato.
El uso de herramientas como “kill switches” se han utilizado para desconectar a países completos del internet, bloqueando el tráfico digital, India, Irán, Myanmar, son ejemplos de países que han sido víctima de esta práctica bajo el pretexto de mantener ¨el orden público¨.
También el bloqueo de plataformas, filtrar palabras clave, eliminar contenido mediante el uso de algoritmos son practicas utilizadas para silenciar.
No olvidemos el asedio al periodismo independiente en forma de ataques informáticos, hasta la creación de leyes tontas sobre “seguridad digital” que prácticamente convierten al periodista en un delincuente. Según Reporteros Sin Fronteras este tipo de prácticas son ejecutadas deliberadamente con gran precisión, no para proteger sociedades, sino para desarmarlas informativamente.
Borrar para Dominar
Desde el inicio de la guerra en octubre de 2023, más de 130 periodistas palestinos han perdido la vida, muchos de ellos mientras trabajaban, en Gaza el silencio no es solo parte de una estrategia, es una sentencia.
Desde salas de redacción bombardeadas, acceso a internet prácticamente nulo, sin electricidad y el bloqueo sistemático a los corresponsales internacionales, creo que el mensaje es claro, sino hay imágenes, no hay historia. Si no hay testigos, no hay crimen.
Me gustaría poner de ejemplo al fotoperiodista Ahmed al Danaf, el cual se juega la vida prácticamente todos los días, para así lograr documentar los actos que pasan dentro de Gaza. Le muestra al mundo lo que otros quieren ocultar, cuerpos bajo los escombros, niños heridos, miradas que piden ayuda sin voz.
“Documentar es resistir. Fotografiar, es decir, esto ocurrió, y yo lo vi”
El costo psicológico
No olvidemos el daño que no aparece en ningún informe oficial o en las estadísticas de guerra, ese silencio que se mete bajo la piel, al no poder llamar, al no saber si tu familia sigue con vida, cuando no puedes expresar que sigues vivo ya que la señal de WiFi fue cortada por decreto de un Gobierno o dictadura.
En Gaza más allá del ruido de las bombas o el discurso de los ¨poderosos¨, se vive una violencia muy sutil y devastadora, la de ser borrado en vida.
Recordemos que en cada conflicto donde los medios son silenciados, no solo se cortan cables o conexiones, se cortan vínculos emocionales con el mundo. La angustia no solo es algo físico, es la desolación de verse y sentirse invisible para los demás.
El olvido no llega de un solo golpe, es algo que se filtra, se instala y se normaliza.
Otro ejemplo del impacto psicológico es el vivido en julio de 2024 en Bangladesh durante un movimiento estudiantil conocido como Quota Reform Movement, durante este periodo el gobierno impulso un apagón total de internet para frenar la organización de las protestas. Al menos dos mil personas fueron encuestadas tras el corte, dando resultados alarmantes, registrando niveles de ansiedad leve hasta la angustia más extrema, mayoritariamente en la población joven la cual depende en su mayoría de la red para mantenerse informada o estudiar.
El estudio, el cual se publicó en IEEE Access, revelo que la gran mayoría de personas experimento una sensación de aislamiento profundo, el cual afecto su rendimiento académico, su salud mental y emocional, también como su percepción de seguridad. Algunos lo calificaron como una forma de ¨castigo colectivo¨, una desconexión forzada, que los dejo atrapados en la incertidumbre.
Contra el Silencio, Resistencia Digital
Claro, siempre existe una luz, por que donde los gobiernos levantan muros, otros tienden redes invisibles. En medio de estos apagones, la resistencia no siempre viste uniforme o bandera, se esconde en el bolsillo de algún valiente el cual comparte un video a través de un VPN, o utilizando alguna red de activistas la cual envía imagines vía satélite desde la zona sitiada.
Por ejemplo, en Myanmar en el año 2021 se vivieron cortes de internet, durante este periodo cientos de jóvenes crearon redes mesh, sistemas descentralizados los cuales utilizan Bluetooth y WiFi para así lograr comunicarse sin tener que depender de la red principal u oficial.
En Irán por citar otro caso, algunos grupos desarrollaron herramientas que ayudaban a disfrazar el contenido censurado para que las familias pudieran comunicarse con sus seres queridos. En Gaza los periodistas dependen de tarjetas SIM de otros países para poder subir las imágenes de las atrocidades vividas en la franja.
Y no son solo ellos. Somos todos, la sociedad civil internacional tiene un rol muy importante, el de amplificar las voces, cuestionar las narrativas oficiales, exigir responsabilidad a las empresas que se prestan para realizar estos apagones.
Cuando la Verdad Irrumpe
Debemos tener presente que los apagones mediáticos no son simples interrupciones técnicas, son actos deliberados de represión, los cuales violan los derechos fundamentales de libertad de expresión, acceso a la información y la dignidad humana.
Creo que la solución no solo es tecnológica, es algo ético y político. Necesitamos una respuesta global la cual sea basada en los derechos humanos donde por ejemplo Las Naciones Unidas y organismos regionales establezcan protocolos que prohíban los apagones mediáticos.
Que las empresas tecnológicas dejen de ser cómplices y adopten mejores políticas de transparencia y resistencia a ordenes de censura. También la sociedad debe fortalecerse utilizando herramientas de cifrado, uso de redes descentralizadas y una fuerte educación digital.
Pero, sobre todo, que los medios y la ciudadanía en general no se acostumbren al silencio. Que sigan mirando, amplificando y denunciando.
“Cuando la señal desaparece, también lo hace la historia, los apagones mediáticos no son solo vacíos de información; son armas de silencio”
*Escrito por Luis Mainieri.