Un respiro generador de vida
Ensayo por: David Rivera.
En la actualidad, el mundo enfrenta una serie de retos y desafíos en distintas áreas vitales, los cuales, son el resultado de una serie de hechos y acontecimientos que visiblemente se tornan urgentes para atender por su complejidad, misma que se agiganta con el pasar del tiempo. Algo que no solamente obliga a prestar atención, sino que, de forma firme; aplicar acción de contención ante ello.
Acabar con la pobreza en el mundo, el cambio climático, abastecimiento de agua para todos, protección y fortalecimiento de la democracia, igualdad de género, universalización en servicios de salud y educación de calidad, empleabilidad, así como justicia, paz y seguridad; representan algunos de los retos sobre la palestra a los que se continúa haciendo frente, más aún, cuando el eje central es el medio ambiente y el desarrollo de estrategias sostenibles para protegerlo.
De acuerdo a la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, a través del informe “Nuestro futuro común” de 1987; el término Sostenibilidad hace referencia a “la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”, conceptualización que se deriva desde la época de los setenta, cuando ya se empieza a mostrar interés en el tema por su importancia y trascendencia para el mundo.
A nivel internacional, por ejemplo, en 1992, cuando en Rio de Janeiro se llevó a cabo la Cumbre de la Tierra de Río, para analizar prácticas sostenibles y su aplicación. Así mismo, en 2002, la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, donde se aprobó el “Plan de Aplicación de Johannesburgo”, relacionado al análisis de lo existente una década después de la Cumbre de la Tierra. O incluso, el análisis dos décadas después, en 2012, con epicentro nuevamente en Rio de Janeiro para identificar retos y desafíos, cuánto se avanzó en las metas planteadas; sumado a ratificar compromisos en pro del ambiente. Lo anterior, como muestra de algunos esfuerzos que se han generado a fin de validar, a través de la acción, el tema de la sostenibilidad.
Volteando la mirada a un plano local, en Costa Rica, la implementación de iniciativas como las anteriores, se han venido dando en los últimos años. Siendo el país que alberga alrededor del 5% de la biodiversidad del planeta, producto de un estimado de 1.077.308 hectáreas destinadas a bosques y áreas protegidas, parques nacionales, santuarios y refugios de vida silvestre, monumentos y reservas forestales; el generar y aplicar formas de desarrollo sostenible es necesario para lograr un mayor bienestar ambiental y social.
Es de recalcar que en el contexto sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), Agenda 2030, Costa Rica fue de las primeras naciones en firmar un pacto nacional sobre ello. Compromisos que se manifiestan en iniciativas como El Programa de Servicios Ambientales (PSA), a través del Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo), con enfoque a conservar y proteger los bosques del país; catalogada por órganos internacionales como una iniciativa pionera en la región.
Más cercano, en 2021, “la prohibición de plástico de un solo uso en Parques Nacionales, Reservas Biológicas y Monumentos Nacionales” con lo que se busca reemplazar dicho contaminante por otras alternativas más amigables con el medio ambiente, que, a la vez, forma parte del Plan Nacional de Descarbonización 2018-2050, plan que plantea “convertir Costa Rica en una economía verde con cero emisiones en 2050”.
“Huellas del Futuro” fue una campaña para la recuperación verde y sostenible en nueve cantones de la zona norte y cuya meta fue sembrar 400 mil hectáreas antes de septiembre del 2021. Se contabilizaron 254.475 árboles plantados en la Región Huetar Norte, superando la meta proyectada.
Para lograr ello, se contó con patrocinadores que se sumaron a la iniciativa como lo fueron “la Primera Vicepresidencia de la República de Costa Rica, el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a través de su Iniciativa Finanzas para la Biodiversidad (BIOFIN), Agencia de Cooperación Alemana para el Desarrollo (GIZ), la Unión Europea (UE) y la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD) y Constructora Herrera S. A. (primera empresa nacional en sumarse)”.
La campaña como tal, estableció como meta “la siembra y el mantenimiento por cinco años de 65 mil árboles frutales y florales en vías públicas, 120 mil maderables en sistemas agroforestales y silvopastoriles, y otras 15 mil especies en bosques secundarios” para así aumentar en un 60% la cobertura forestal (meta 2030) al tiempo que se hace frente al cambio climático. A ello se unen otras empresas como Ferretería EPA y la Fundación Banco Ambiental (FUNBAM).
Estas iniciativas, a nivel local, representan esfuerzos que se realizan a través de articulaciones público privadas que buscan impactar positivamente al ambiente y a la sociedad en general, ya que por medio de las mismas se generan fuentes de empleo, cooperativismo y educación para entender que existe una relación entre todas las actividades que el ser humano realiza en su día a día, y donde las consecuencias de las mismas; positivas o negativas, tienen repercusión social. En determinado momento, inciden más en unos que en otros, pero al final alcanzará a todos.